Monday, February 20, 2017

“Nuestros graneros están llenos”


Publicado:  28 de enero 2017 05:22 AM PST
©Imelda Maurer, cdp

Una breve continuación de la conversación de ayer la cual refuta la creencia que la vida posterior se ve limitada por la idea de “despedirse”.

Todos conocemos las imágenes que comparan el ciclo de vida a las cuatro estaciones del año.  El otoño viene, las hojas caen, los árboles quedan desnudos. Esperamos la próxima estación, un invierno inhóspito y austero, el cual trae la muerte.

Un mensaje inicial importante del autor, Gene Cohen, en su libro, “La mente madura” es que nosotros tenemos que cambiar cada idea que hemos tenido sobre el envejecimiento. Este “problema” del envejecimiento, Cohen relata a sus lectores, se originó con el comienzo de las investigaciones relacionadas con el envejecimiento. Las investigaciones siempre se centraban en los déficits y las disminuciones.  El proceso de envejecimiento siempre se veía como un problema. De hecho, entendí esto hace unos años. En una de mis visitas a una biblioteca universitaria cercana, vi que estaban reduciendo libros de sus estantes, y el vestíbulo de la biblioteca estaba repleto de libro que se usaron en su escuela de enfermería, y ahora estaban de venta al público.  Mientras leía los títulos en estos libros viejos, unos desgastados, uno de los títulos se quedó muy presente conmigo: “El problema del envejecimiento”.
Cohen dice que debemos ver las investigaciones que sólo recientemente han visto los aspectos positivos del envejecimiento.  Debemos darle la vuelta – verlo de otra manera – cada creencia que hemos tenido en el pasado sobre el envejecimiento.

Veremos de otra manera un concepto aquí: La estación del otoño simbólico como el envejecimiento.

El concepto tradicional: El tiempo cuando las hojas se caen de los árboles – un tipo de decaimiento y la muerte que se avecina.

Otra manera de ver este concepto: El otoño trae consigo la belleza de las hojas “convirtiéndolas” en colores esplendorosos de amarillos, anaranjados y rojos atrayendo a multitudes de nosotras a los parques y al campo, dejándonos impresionadas con tal belleza. De hecho, estos colores siempre han existido en las ahora brillantes hojas otoñales. Cuando las horas de luz solar disminuyen, lo verde de la clorofila se pierde completamente. Sólo entonces los colores brillantes que siempre han estado presentes en las hojas se pueden ver. La belleza, el crecimiento y el desarrollo continuo es posible y visible precisamente como consecuencia de nuestro envejecimiento.


Hay más en la vida posterior que “despedirse”

Publicado: 27 de enero 2017 9:17 AM PST
©Imelda Maurer, cdp

El envejecimiento es una experiencia universal. Por esa razón cualquier persona y todo el mundo pueden hablar del tema, pueden hablar de sus experiencias. Hay un margen de error intrínseco e información falsa, sin embargo, cuando el orador/el escritor está en un espacio público, es experto en otros campos (por ejemplo, la teología o la espiritualidad) y le habla a su audiencia con autoridad sobre el tema del envejecimiento.

Ha sido mi observación que estos oradores/escritores interpretan las experiencias sobre el envejecimiento a través de los prejuicios de la cultura popular más que en las teorías  honorables y aceptables y los datos basados en las investigaciones gerontológicas sobre el envejecimiento. El resultado es el enfoque demasiado conocido y unidimensional sobre el envejecimiento de ser una pérdida y una disminución. Es la perspectiva que satura a nuestra cultura popular. Este enfoque es a menudo “espiritualizado” cuando se enseña que la espiritualidad de envejecimiento está limitada a la obra de “despedirse”.

Este tema merece mucha más atención detallada y amplia que una entrada corta de blog. A pesar de esto, aquí hago dos puntos abreviados.

En primer lugar: Nosotras, los seres humanos, sufrimos pérdidas a través de toda la vida. Es parte del cambio. Antes de que algo nuevo pueda suceder, algo viejo tiene que terminar. Antes de que entraran los dientes permanentes, tuvimos que perder los dientes de leche. En este cambio (lea el crecimiento), siempre ocurre pérdida y ganancia simultánea. Esto es cierto multidimensional, física, emocional, cognitiva y socialmente. No pasamos por este cambio la primera vez cuando nos jubilamos del ministerio, esa época que a menudo se refiere en literatura religiosa como el tiempo de transición. Cada cambio en una transición. El cambio ocurre a través del ciclo de vida. Quizás el cambio más profundo en la experiencia humana por el cual nosotras pasamos es el abandonar el calor e intimidad del vientre de nuestras madres donde el latido del corazón y las voces se oyen y se sienten en un ambiente cálido y seguro. Las consecuencias de no pasar por esa pérdida no necesitan explicación. Pérdida y ganancia – simultáneamente en cualquier cambio y presente a través de la vida.

En segundo lugar: Hay la posibilidad de crecimiento y desarrollo a través de nuestras vidas – hasta nuestro último respiro. La cultura popular nos dice que cuando nos llenamos de canas, cuando el colágeno disminuye y las arrugas aparecen, que todo esto significa disminución. Somos más que cuerpos humanos y en la presencia de cambios físicos, también hay cambios experienciales, cognitivos y emocionales los cuales NO son pérdidas.

Si esto te estimula el apetito para aprender más, lee el libro, “La mente madura: la fuerza positiva del cerebro que envejece” escrito por Gene Cohen, M.D., Ph. D. Aquí tienes unas notas informativas de Amazon.com sobre este libro autoritativo y asombroso.

“La mente madura” entrega buenas noticias para esas personas en la segunda mitad de la vida, con un informe extraordinario de una investigación avanzada de la neurociencia, psicología innovadora, viñetas fascinantes de historiales y casos de estudio, y consejos prácticos para estrategias de crecimiento personal. Gene Cohen, un psiquiatra y gerontólogo reconocido, acumula más de 30 años de investigaciones para mostrar que los cambios positivos y sorprendentes en nuestros cerebros tienen la potencial poderosa de mejorar, y no disminuir, nuestras vidas después de los cincuenta años.