Thursday, August 17, 2017

Vivir el legado de ministerio

Publicado: 24 de agosto 2014
©Imelda Maurer, cdp     ilmcdp@yahoo.com

El sábado estuve entre unas 200 mujeres religiosas del área de Gran St. Louis para una reunión anual. Es una reunión que nunca quiero perder por el material que se brinda en las presentaciones, las interacciones en la mesa y las conexiones cordiales con las Hermanas que no vemos lo suficiente. Ayer no fue una excepción.

La agenda matutina incluyó ver un DVD bien hecho el cual mostró los diversos ministerios que las Hermanas hacían en esa región. Estaba muy consciente de que de todos los ejemplos ilustrados de los ministerios, el ministerio de servicio a nuestras propias ancianas frágiles estaba ausente. ¿Por qué no estaba incluido este ministerio el cual involucra a todas las congregaciones? ¿Y qué revela esta ausencia?
Yo pienso que es nuestra propia dedicación al ministerio que nos ha hecho vulnerables a este punto ciego. Al leer y responder a las señales de los tiempos, nosotras las Hermanas nos encontramos en innumerables lugares y circunstancias atendiendo necesidades insatisfechas. Hemos pasado nuestras vidas, cumpliendo la respuesta “enviadas a la misión”  de servir a otros. Pero en este servicio a las nuestras, no cumplimos esa misión. Incluso utilizamos el término “ministerio interno” para distinguir este ministerio del otro donde somos enviadas a la misión.

Aún no hay conciencia que esta misma llamada fuerte de servir al responder a las señales de los tiempos se debe contestar en este servicio a las nuestras así como cuando respondemos a las señales de los tiempos en servicio a otros.

Una anécdota lo confirma todavía más, aunque yo sospecho que podría ser verificado por cientos de ejemplos. Una Hermana, nombrada a un aspecto del ministerio para servir a los ancianos en su congregación, pidió ser trasladada después de unos años a otro ministerio. Al hablar con su provinciana, la provinciana le preguntó a la Hermana que a quién recomendaba para tomar su lugar. “La Hermana X podría ser bastante aceptable para este ministerio,” contestó la Hermana. Al cual la provinciana respondió, “oh pero la tendríamos que sacar del ministerio activo.”

Cuando hagamos un cambio del estado de consciencia a la realidad que el ministerio de servicio a las nuestras es una llamada de servir tan integral tal como todas las otras descritas en los directorios congregacionales o en nuestros sitios de Web, revelaremos que hemos captado el valor profético y testimonial de este ministerio. Leeremos nuestras Constituciones y la Declaración del Capítulo General con nuevos ojos y nuevas apreciaciones. Haremos un reconocimiento a las implicaciones de la realidad que somos un grupo de mujeres mayores que viven en una sociedad envejecida que discrimina contra las personas de la tercera edad. Cuando esta conciencia se eleve a una realidad consciente y entre en funcionamiento, será posible servir a nuestras Hermanas (y a la sociedad en general) en la misma manera profética, visionaria y creativa que ha caracterizado a nuestros otros ministerios a través de nuestra historia.   


Wednesday, June 7, 2017

“La vida es más que actividades. Es participación.”

Publicado: 9 de noviembre 2014
©Imelda Maurer, cdp     ilmcdp@yahoo.com

En la cita del libro de Gawande, SER MORTAL, que publiqué la semana pasada, incluí el siguiente párrafo. Gawande aborda simple y sucintamente dos grandes cuestiones: el propósito y el significado de la vida posterior y las “actividades” que se practican en la mayoría de las residencias de ancianos , incluso a fecha de hoy.
“Ella sentía que todavía quedaba tanto por hacer en su vida. ‘Quiero ser útil, desempeñar un papel,’ dijo. Ella hacía sus propias joyas, hacía trabajo voluntario en la biblioteca. Ahora sus actividades principales eran jugar al bingo, ver películas DVD y otras formas pasivas de entretenimiento en grupo. Las cosas que ella extrañaba más, me dijo, eran sus amistades, su privacidad y un propósito en sus días. Las residencias de ancianos han progresado mucho desde los días cuando eran almacenes de negligencia. Pero parece que hemos sucumbido a la creencia que se pierde la independencia física, que una vida digna y libre no es simplemente posible.”
El reto se presenta: cómo transformamos el aspecto de la cultura en las residencias de ancianos que define las “actividades” ser realmente actividades principalmente genéricas (el bingo o las películas DVD), que no están relacionadas con intereses personales y son “formas pasivas de entretenimiento en grupo.” Carter Williams, trabajadora social, defensora y activista, mencionó en su discurso convocatorio a la Conferencia de Pioneros de la Red en 2013 que “la vida es más que actividades. Es participación.”
Hace unos años, yo visité Perham Living, una residencia de ancianos en Perham, MN, una visita in situ durante la Conferencia de Pioneros de la Red. Un recuerdo extraordinario de esa visita hace unos siete años es de una mujer que cultivaba violetas africanas en su cuarto. Era algo que hacía desde años. Había numerosas de esas plantas bellas. Nos dijeron que los trabajadores habían instalado un hondo estante de madera cerca de la ventana, como ella les había pedido. Este hecho permitió que esta mujer participara en la vida, de seguir rutinas familiares las cuales eran significativas y placenteras. Esta mujer que crecía y cuidaba las violetas en esta época estaba a los finales de sus noventa años.
Hay amplitud y profundidad de implicaciones y consecuencias al pasar de las actividades a la participación. Las Regulaciones Federales llamadas las Normas Mínimas (sí, mínimas) exigen que las residencias de ancianos aprendan cuáles son los intereses específicos que tiene cada residente y que desarrollen “actividades” alrededor de esos intereses. La trágica realidad es que aun con estas normas en vigor, los inspectores por lo general ignoran el espíritu y el sentido de las normas mínimas en cuanto las “Actividades.”
Hay, por supuesto, las implicaciones del costo y de los resultados para la transformación de actividades que son genéricas y/o formas pasivas de entretenimiento en grupo. En el caso de la mujer con sus violetas, las investigaciones demuestran que dicha participación mejora la salud mental y emocional. El sentido del bienestar puede aumentar el sistema inmunológico de la persona, en contraste a un estado de depresión, aislamiento y soledad los cuales son demasiado comunes en muchas residencias de ancianos. En teoría, entonces, esta mujer que cultivaba sus violetas africanas era menos propensa de contraer enfermedades que no se pueden combatir teniendo un sistema inmunológico debilitado. También, ella pudo evitar las recetas médicas indiciosas de antidepresivos. En todo esto, ningún artículo costoso ha sido observado, solamente la evitación de medicamentos caros acompañada con una calidad de vida disminuida.
¿El costo para la residencia de ancianos por esta intervención, esta calidad de vida que facilita propósito y sentido? La tabla que sostiene las plantas. Y, posiblemente, una hora de mano de obra del empleado del departamento de mantenimiento.

¿Qué pasaría si los intereses, las rutinas y las preferencias se supieran, se supieran verdaderamente por el personal de cada uno de los residentes que viven en comunidad de Vida Asistida o en comunidad de residencia de ancianos? ¿Habría participación? ¿Nos daríamos cuenta que la palabra “Actividades” no describe a lo que está ocurriendo cuando los residentes participan? Yo creo que sí. Avanzamos a esa realidad cuando describimos a la persona responsable para esta participación como el Director de Enriquecimiento Vital y no como el Director de Actividades.

HIPAA, Comunidad y privacidad: Como respetarlo todo segunda parte

Publicado: 16 de enero 2015
©Imelda Maurer, cdp     ilmcdp@yahoo.com

Ayer compartí la historia de Fred y la emergencia médica por la cual él pasó, cabe señalar que cuando uno de los vecinos me hizo preguntas sobre lo que le había ocurrido a Fred, yo no pude decirle nada.
Hubo otro acontecimiento en el mismo entorno que implicó una situación que no fue de emergencia. “Joe” tenía programada una cirugía para reemplazarle su cadera. Cuando los visité a él y a su esposa, le pregunté a Joe si había alguna cosa que él quisiera que yo les dijera a los residentes sobre su próxima hospitalización. Joe me dijo que les dijera de su inminente hospitalización, y que les pidiera oraciones. No mucho después de su cirugía, la esposa de Joe me llamó para decirme que le habían dado de alta del hospital a su esposo esa misma tarde y que ya estaba en casa! Fui a su cabaña para visitarlo brevemente, y me alegré al ver que la recuperación de Joe avanzaba rápidamente. Para ahorrarle un viaje al comedor en la oscuridad a la esposa de Joe, ofrecí llevarles la cena. Al salir de la cocina, llevando dos platos en una bolsa de plástico, les dije a los demás de los residentes que les llevaba la cena a Joe y a su esposa, que él ya había regresado del hospital. Espontáneamente hubo un estallido de aplausos de los residentes que estaban comiendo. ¡Qué expresión maravillosa de comunidad!
En otro entorno, una Comunidad de Vida Asistida, “Shirley”, una persona diminutiva, tierna y amable, requería cirugía lo más pronto posible. Shirley era soltera, y la prima y la sobrina de Shirley estaban a su lado, y venían a llevarla a media mañana al hospital. Durante el desayuno, yo les dije a los residentes, con el consentimiento de Shirley,  que ella saldría rumbo al hospital a eso de las 10:00 de la mañana. Más temprano yo le había sugerido al personal que si ellos querían, que le desearan lo mejor a Shirley si la veían esa mañana. Lo que ocurrió fue una extraordinaria muestra de solidaridad y lazos de comunidad. Cuando los familiares de Shirley llegaron, yo fui con ellas al apartamento de Shirley. Yendo por el pasillo hasta la entrada principal, dimos la vuelta del apartamento, y allí  ¡había una virtual “guardia de honor“ de unos doce residentes y personal, cada uno de ellos deseándole buena suerte, prometiéndole ofrecer oraciones y diciéndole que se apresurara y regresara pronto a su casa! Shirley, su prima y sobrina quedaron sorprendidas, porque la experiencia superó las palabras.
No todas las personas hubieran querido esa atención y hubieran podido optar de “no anunciar.” Pero la opción se le ofreció ---ésa es la esencia, yo opino --- y Shirley la aceptó.
Finalmente, comparto una historia que rodea la muerte de una de nuestras Hermanas hace tres años esta semana. Madlyn fue una buena amiga y compañera de clase desde nuestros días en la preparatoria. Algunas veces nuestra Superiora, la Hermana Ann, publicaba notitas sobre Madlyn durante las últimas semanas de vida de Madlyn. Evidentemente Ann compartió lo que Madlyn quería que se compartiera. ĺQué consuelo fue leer las palabras de Ann diciendo que Madlyn (que en esa etapa ya no quería visitas) estaba en gran paz, y  que ella soñaba de “hermosas flores y personas cariñosas!” Pudimos en una forma muy real acompañar a Madlyn durante esos sagrados últimos días y noches.
Carter Williams, un renombrado trabajador social y activista nos hace recordar en cuanto la transformación de la cultura de los servicios para personas mayores que “las relaciones son el corazón de la vida. Y eso no cambia a medida que envejecemos.”

Al tomar ese paso proactivo de preguntarle a la persona lo que quiere que la comunidad sepa, lo que quiere que sepa la familia, reconoce y honra el lugar dentro del contexto de las relaciones  en la vida de esa persona, y su lugar en la vida de la comunidad. Si se comparte la información dentro de ese círculo, las relaciones y los lazos definitivamente se profundizan. Comunidad se expresa, se vive y se profundiza en esas situaciones donde la persona afectada intencionalmente elige de compartir, con límites que la persona misma impone, algo de su jornada. Para los miembros de la comunidad, hemos compartido una jornada en común de alguna manera u otra, más íntimamente o no. Cuando los conceptos de “privacidad” o “HIPAA” se invocan indebidamente, todas nosotras sufrimos una pérdida. 

HIPAA, Comunidad y privacidad: Como respetarlo todo

Publicado: 15 de enero 2015
©Imelda Maurer, cdp     ilmcdp@yahoo.com

Cuando estuve en nuestra casa madre hace dos semanas, una de las hermanas con quien yo viví en comunidad hace unos cuarenta años me dijo que iba a tener un procedimiento médico particular más tarde en el curso de esa semana. Temía que los resultados serían un diagnóstico de cáncer. Ayer me escribió diciéndome que de hecho fue justo lo que el procedimiento reveló. Esta mañana esta Hermana publicó las noticias en el tablero de anuncios electrónico de la Congregación/Asociado, dando la fecha de la cirugía y pidiendo oraciones.
Más temprano hoy le mandé un correo electrónico, e incluí esta nota de agradecimiento prometiendo ofrecerle mis oraciones.
Le quiero dar las gracias por compartir sus noticias con nosotras. Yo sé que la privacidad es una palabra que se emplea mucho, y muchas veces yo pienso que alguna distorsión de su significado nos aísla la una de la otra. Cada una de nosotras tiene el derecho de decidir qué y cuánto queremos compartir con cualquier persona o grupo. El compartir sus noticias me permite a mí y a tantas más Hermanas y Asociados que la conocen y la aman acompañarla más estrechamente y de manera significativa en este camino. Profundiza nuestros lazos de comunidad y hermandad.  Muchísimas gracias.
La privacidad es muy valorada en nuestra cultura. Además si somos proveedores de atención médica, los aspectos legales de privacidad protegidos bajo HIPAA* entran en acción  y limitan rigurosamente el tipo de información que se puede divulgar y a quien se le puede dar. Conste que las obligaciones legales de HIPAA obligan a los proveedores de atención médica y no a los parientes o amigos. Lo que obliga las acciones o las palabras de familiares, amigos o cualquier otra persona que no sea proveedor de atención médica es el derecho de la privacidad de la persona afectada. Las personas que no son proveedores de atención médica han honrado desde siempre la privacidad como cuestión ética muchos eones antes que HIPAA lo hubiera soñado.
Como directora de un centro de retiro de vida independiente, me acuerdo de una situación de emergencia que implicaba llamar a una ambulancia a la cabaña de uno de los residentes. Cuando la ambulancia se retiró, uno de los residentes vecinos vino de su cabaña para preguntar que le había pasado a “Fred.” Por supuesto no podía darle ninguna información; el residente lo comprendía. Ese hecho particular resultó en la hospitalización de Fred durante algún tiempo. Cuando él regresó a casa, los residentes se reunieron con él alrededor de la mesa en el comedor, mucho después de que los platos fueran retirados, para compartir buena conversación y para expresar su gratitud por haber regresado a casa. Fue una expresión de comunidad.
Mientras se honran ambos, las restricciones legales de HIPAA y el derecho ético a la privacidad, hay medidas proactivas que se pueden tomar en situaciones vinculadas con el cuidado de la salud que profundizan en los compromisos de compasión, comunidad y amistad.
Lea sobre eso mañana.

*Si quiere saber más sobre HIPAA, la Ley de Portabilidad y Responsabilidad de los Seguros de Salud, vaya aquí  

Misterio y Transformación --- No esa cosa “D”

Publicado: 28 de enero 2015
©Imelda Maurer, cdp     ilmcdp@yahoo.com

Esta misma mañana estaba releyendo el discurso presidencial SSJ de Carol Zinn a la Asamblea LCWR.  El tema de la Asamblea era el Santo Misterio revelado entre nosotras. Carol señala que el Misterio reside en el Corazón de Dios, y se revela a “ésos que ponen el oído en el Corazón de Dios, que escuchan atentamente y que siguen sin reservas y sin importarles el costo.” 
Las referencias que Carol menciona aluden a la Vida Religiosa tal como la vivimos hoy en día. Estamos en estado de gran cambio.  En veinte años, habrá una apariencia nueva en la vida religiosa en los Estados Unidos, literal y físicamente  a la vez. Pero mientras leo el discurso de Carol, veo la promesa del Misterio, la promesa de Transformación aun cuando hay obstáculos en el camino. Me volvía a menudo la imagen de la crisálida transformándose inesperada y misteriosamente en una bella mariposa.
Ayer comencé a leer otro artículo, éste también hacía referencia a la vida religiosa. Solamente leí el primer párrafo,  pero regresaré a leerlo en su totalidad después. La autora, una hermana religiosa dice, “se me pide que reflexione en la disminución congregacional….” Sin duda, cuando veo la palabra ‘disminución’ utilizada en el contexto de la vida religiosa, tengo una reacción visceral que es más como una vehemencia. ¿Por qué? Porque disminución quiere decir una reducción.  El diccionario Merriam Webster da una definición de disminuir: “ser o hacer parecer más pequeño o de menos importancia.”
Las hermanas religiosas en los Estados Unidos no creen que la vida religiosa sea menos importante. Nosotras creemos esto aun viendo menos nuevas religiosas.  La respuesta amplia a la Visita Apostólica fue que nosotras, las hermanas religiosas, crecíamos en solidaridad y en confianza. Hay un sentimiento que estamos más fuertes hoy que al principio de la Visita Apostólica.
Por estas y más razones nos hacemos un gran flaco favor y también se lo hacemos a los demás que reciben nuestra palabra de ‘disminución’ cuando se dice o se escribe sin reservas y sin ningunas calificadoras descriptivas dentro y/o entre congregaciones de mujeres religiosas. Cuando se utiliza la palabra ‘d’, ¿están hablando las hermanas religiosas de un número más pequeño entre las religiosas mismas?  Si lo es, entonces la “disminución de números” es la descripción y la terminología correcta. ¿Las hermanas religiosas están hablando de la mayor edad mediana, la cambiante proporción  en el número de ésas que se han “jubilado” con esas hermanas religiosas que están en el “ministerio activo?” Temo que éste es el caso casi siempre. Temo que la mayoría de muchas de las hermanas religiosas verdaderamente ven –al menos inconscientemente – el proceso de envejecimiento, el cual nos da nuestra mayor edad mediana, como una época de pérdida y disminución. Eso es lo que toda la sociedad nos grita desde cualquier fuente imaginable.
Como gerontóloga, traigo las buenas noticias que esta perspectiva sobre el envejecimiento es totalmente incorrecta. ¡Ése es tema para muchas otras entradas del blog! Hoy, pongo la palabra “d” y sus aplicaciones inconscientes y sin reservas dentro del contexto del discurso presidencial de Carol Zinn. Lo que vemos fácilmente como pérdida y disminución congregacional es más bien el Santo Misterio. Somos llamadas por los signos de nuestros tiempos para discernir lo que está surgiendo, para vivir en un futuro del cual no conocemos, pero en el que confiamos porque tenemos puesto el oído en el Corazón de Dios. La oruga animada y colorida con su voraz apetito puede parecer estar retrocediendo mientras gira y se esconde en su capullo descolorido y duro. Y esa oruga, viviendo en la oscuridad, no se puede imaginar a la bella criatura que surgirá transformada totalmente.
Estamos en el Santo Misterio. No importa cuán oscuras, no importa cuán vacías parezcan las respuestas a las preguntas que hacemos, estamos surgiendo hacia el futuro. Nuestra labor es de estar seguras que nuestros oídos estén en el Corazón de Dios, que “escuchemos atentamente y sigamos libremente, no importa lo que cueste.”
El discurso presidencial de la Hermana Carol Zinn se puede acceder aquí 


¿Sabe de qué lado está usted?

Publicado: 3 de marzo 2015
©Imelda Maurer, cdp     ilmcdp@yahoo.com

Hay un libro nuevo titulado “La Época de Dignidad” donde el autor hace hincapié diciendo que los Estados Unidos deben prepararse para el “crecimiento de la población de personas mayores”, refiriéndose a los 10,000 niños que nacieron posteriores a la Segunda Guerra Mundial entre los años de 1942 a 1960 que ahora cumplen los 65 años cada día en los Estados Unidos.  El libro habla de la realidad que para el año 2050, 27 millones de estadounidenses mayores necesitarán diferentes niveles de servicios de apoyo.
En una entrevista reciente en la Radio Pública Nacional, el autor Ai-jen-Poo, dice lo siguiente: “La manera en la cual nos acercamos al envejecimiento y a la muerte en este país es de un lugar de escasez y miedo. Y lo que dice este libro es que hacerse mayor en realidad es una bendición y una oportunidad. Vivir más años quiere decir que podemos amar más, aprender más, instruir más y hacer más conexiones si determinamos los apoyos y la infraestructura para que todo se pueda hacer posible.”
Así que dice Ai-jen-Poo que nosotros, los estadounidenses, nos acercamos al envejecimiento y a la muerte de un “lugar de escasez y miedo”. ¿No se adapta aquí el término disminución?
Luego de articular los aspectos positivos sobre el envejecimiento, el autor dice que todo esto es posible si ‘determinamos’ los apoyos necesarios.  ¿No se adapta aquí el término Cambio Cultural?
¿Qué cree usted sobre el envejecimiento? ¿En su punto de vista, se abarcan totalmente los conceptos de disminución y decaimiento en el envejecimiento que usted los ve como una época marcada por depresión y pérdida?
¿Ve usted su futuro en una residencia tradicional de ancianos con sus largos pasillos
·         Que funciona como un mini hospital,
·         Donde los días de las personas se determinan por el horario impuesto por el personal mismo y para la comodidad del personal,
·         Donde en sillas de ruedas los cuerpos desplomados son un ver común—ésos son los residentes que se han retraído totalmente dentro de ellos mismos porque el ambiente externo es insoportable,
·         Donde la hora de comida se pasa esperando interminablemente en las mesas asignadas,
·         Donde “las actividades “ han sustituido lo que verdaderamente da vida: la Participación?
Si ve el envejecimiento y/o los servicios para personas mayores en las maneras descritas anteriormente, entonces usted está entre la multitud de estadounidenses que ven el envejecimiento del punto de vista de escasez y miedo.
¿Qué está usted dispuesta a hacer para cambiar la cultura del envejecimiento y los servicios para personas mayores en nuestra sociedad? Si no está cambiando la cultura, entonces la está manteniendo.
Vengan, profetas, “cantemos a los lamentos de la música que está en el Corazón de Dios.” (Carol Zinn, CSJ, Presidential Address, LCWR Assembly, August, 2014)


Palabras

Publicado: 6 de abril 2015
©Imelda Maurer, cdp     ilmcdp@yahoo.com

Salió una carta escrita por un médico, un geriatra, al jefe de redacción en la edición del 6 de abril en el periódico el New York Times.  La carta del Doctor Barry Farkas se refiere a un artículo de fondo que se publicó previamente en el NYT sobre adolescentes que enfrentan la muerte y el tener una opinión de cómo quieren vivir esos últimos días y semanas. El Doctor Farkas deja muy claro: “El lenguaje es tan poderoso que no sólo refleja lo qué y  el cómo pensamos las cosas, sino también dirige lo qué y el cómo pensamos las cosas.”

He escrito anteriormente en este blog sobre el poder de lenguaje y la certeza que si cambiamos nuestras palabras podemos cambiar la cultura. Un ejemplo evidente de cómo la cultura más amplia reconoce profundamente la doble función de palabras (ambas en reflejar y construir nuestros conceptos) que es totalmente inaceptable bajo ninguna circunstancia usar la “palabra n” (un término despectivo cuando es referente a personas negras).  Todo está muy bien.

En nuestra sociedad donde la discriminación por razones de edad está tan profundamente arraigada en la cultura que no la reconocemos, nos cabe subrayar a examinar las palabras que utilizamos cuando hablamos de la discriminación por razones de edad, personas mayores y los servicios para las personas de la tercera edad. Veamos unos términos que todavía se utilizan demasiado frecuentes en las comunidades de servicios para las personas mayores.

Si usted necesita servicios de apoyo, ¿quiere mudarse a una comunidad que proporciona esos servicios, o quiere ser ingresada? Evidentemente, nos ingresamos a una institución: un hospital, una universidad, la profesión jurídica (se ingresa en el Colegio de Abogados). Si queremos que nuestro hogar para el cuidado de personas mayores discapacitadas sea realmente un HOGAR, ¿ingresamos a los nuevos residentes o les ayudamos a mudarse?

En muchas residencias de ancianos, las comidas se preparan por el departamento dietético. ¿Qué pasaría si en cambio dijéramos  servicios alimentarios? La comida ya sabe mejor, y la hora de comida ya parece ser más como el acto social, el cual debería ser verdaderamente una experiencia culinaria.

Si una persona en una residencia para personas mayores necesita ayuda con las comidas, ¿se reconoce mejor la dignidad de esa persona describiéndola como a una persona que necesita alimentación o como Sharon, que necesita ayuda con sus comidas?


Los hogares para el cuidado de personas mayores discapacitadas surgieron en nuestro país  de dos instituciones preexistentes: los hospitales y hospicios del condado. Gawande aborda bien esta realidad histórica en su libro, SIENDO MORTAL.  Es tiempo de trasladar el pensamiento donde el hogar para el cuidado de personas mayores discapacitadas se convierta de una institución a un HOGAR. Una manera de poner en marcha ese traslado es de escoger nuestras palabras deliberadamente porque “El lenguaje es tan poderoso que no sólo refleja lo qué y el cómo pensamos las cosas, sino también dirige lo qué y el cómo pensamos las cosas.”