Vivir el legado de ministerio
Publicado:
24 de agosto 2014
El sábado estuve entre unas 200 mujeres religiosas
del área de Gran St. Louis para una reunión anual. Es una reunión que nunca
quiero perder por el material que se brinda en las presentaciones, las
interacciones en la mesa y las conexiones cordiales con las Hermanas que no
vemos lo suficiente. Ayer no fue una excepción.
La agenda matutina incluyó ver un DVD bien hecho el
cual mostró los diversos ministerios que las Hermanas hacían en esa región. Estaba
muy consciente de que de todos los ejemplos ilustrados de los ministerios, el
ministerio de servicio a nuestras propias ancianas frágiles estaba ausente. ¿Por
qué no estaba incluido este ministerio el cual involucra a todas las congregaciones?
¿Y qué revela esta ausencia?
Yo pienso que es nuestra propia dedicación al
ministerio que nos ha hecho vulnerables a este punto ciego. Al leer y responder
a las señales de los tiempos, nosotras las Hermanas nos encontramos en
innumerables lugares y circunstancias atendiendo necesidades insatisfechas. Hemos
pasado nuestras vidas, cumpliendo la respuesta “enviadas a la misión” de servir a otros. Pero en este servicio a
las nuestras, no cumplimos esa misión. Incluso utilizamos el término
“ministerio interno” para distinguir este ministerio del otro donde somos
enviadas a la misión.
Aún no hay conciencia que esta misma llamada fuerte
de servir al responder a las señales de los tiempos se debe contestar en este
servicio a las nuestras así como
cuando respondemos a las señales de los tiempos en servicio a otros.
Una anécdota lo confirma todavía más, aunque yo
sospecho que podría ser verificado por cientos de ejemplos. Una Hermana,
nombrada a un aspecto del ministerio para servir a los ancianos en su
congregación, pidió ser trasladada después de unos años a otro ministerio. Al
hablar con su provinciana, la provinciana le preguntó a la Hermana que a quién
recomendaba para tomar su lugar. “La Hermana X podría ser bastante aceptable
para este ministerio,” contestó la Hermana. Al cual la provinciana respondió,
“oh pero la tendríamos que sacar del ministerio activo.”
Cuando hagamos un cambio del estado de consciencia a
la realidad que el ministerio de servicio a las nuestras es una llamada de
servir tan integral tal como todas las otras descritas en los directorios congregacionales
o en nuestros sitios de Web, revelaremos que hemos captado el valor profético y
testimonial de este ministerio. Leeremos nuestras Constituciones y la
Declaración del Capítulo General con nuevos ojos y nuevas apreciaciones.
Haremos un reconocimiento a las implicaciones de la realidad que somos un grupo
de mujeres mayores que viven en una sociedad envejecida que discrimina contra
las personas de la tercera edad. Cuando esta conciencia se eleve a una realidad
consciente y entre en funcionamiento, será posible servir a nuestras Hermanas
(y a la sociedad en general) en la misma manera profética, visionaria y
creativa que ha caracterizado a nuestros otros ministerios a través de nuestra
historia.