Publicado:
16 de enero 2015
Ayer compartí la historia de Fred y la emergencia
médica por la cual él pasó, cabe señalar que cuando uno de los vecinos me hizo
preguntas sobre lo que le había ocurrido a Fred, yo no pude decirle nada.
Hubo otro acontecimiento en el mismo entorno que implicó
una situación que no fue de emergencia. “Joe” tenía programada una cirugía para
reemplazarle su cadera. Cuando los visité a él y a su esposa, le pregunté a Joe
si había alguna cosa que él quisiera que yo les dijera a los residentes sobre
su próxima hospitalización. Joe me dijo que les dijera de su inminente
hospitalización, y que les pidiera oraciones. No mucho después de su cirugía,
la esposa de Joe me llamó para decirme que le habían dado de alta del hospital
a su esposo esa misma tarde y que ya estaba en casa! Fui a su cabaña para
visitarlo brevemente, y me alegré al ver que la recuperación de Joe avanzaba
rápidamente. Para ahorrarle un viaje al comedor en la oscuridad a la esposa de
Joe, ofrecí llevarles la cena. Al salir de la cocina, llevando dos platos en
una bolsa de plástico, les dije a los demás de los residentes que les llevaba
la cena a Joe y a su esposa, que él ya había regresado del hospital.
Espontáneamente hubo un estallido de aplausos de los residentes que estaban
comiendo. ¡Qué expresión maravillosa de comunidad!
En otro entorno, una Comunidad de Vida Asistida,
“Shirley”, una persona diminutiva, tierna y amable, requería cirugía lo más
pronto posible. Shirley era soltera, y la prima y la sobrina de Shirley estaban
a su lado, y venían a llevarla a media mañana al hospital. Durante el desayuno,
yo les dije a los residentes, con el consentimiento de Shirley, que ella saldría rumbo al hospital a eso de
las 10:00 de la mañana. Más temprano yo le había sugerido al personal que si ellos
querían, que le desearan lo mejor a Shirley si la veían esa mañana. Lo que
ocurrió fue una extraordinaria muestra de solidaridad y lazos de comunidad.
Cuando los familiares de Shirley llegaron, yo fui con ellas al apartamento de
Shirley. Yendo por el pasillo hasta la entrada principal, dimos la vuelta del
apartamento, y allí ¡había una virtual “guardia de honor“ de unos doce residentes y personal,
cada uno de ellos deseándole buena suerte, prometiéndole ofrecer oraciones y
diciéndole que se apresurara y regresara pronto a su casa! Shirley, su prima y
sobrina quedaron sorprendidas, porque la experiencia superó las palabras.
No todas las personas hubieran querido esa atención y
hubieran podido optar de “no anunciar.” Pero la opción se le ofreció ---ésa es
la esencia, yo opino --- y Shirley la aceptó.
Finalmente, comparto una historia que rodea la muerte
de una de nuestras Hermanas hace tres años esta semana. Madlyn fue una buena
amiga y compañera de clase desde nuestros días en la preparatoria. Algunas
veces nuestra Superiora, la Hermana Ann, publicaba notitas sobre Madlyn durante
las últimas semanas de vida de Madlyn. Evidentemente Ann compartió lo que
Madlyn quería que se compartiera. ĺQué consuelo fue leer las palabras de Ann diciendo que Madlyn (que en esa
etapa ya no quería visitas) estaba en gran paz, y que ella soñaba de “hermosas flores y personas
cariñosas!” Pudimos en una forma muy real acompañar a Madlyn durante esos
sagrados últimos días y noches.
Carter Williams, un renombrado trabajador social y
activista nos hace recordar en cuanto la transformación de la cultura de los
servicios para personas mayores que “las relaciones son el corazón de la vida.
Y eso no cambia a medida que envejecemos.”
Al tomar ese paso proactivo de preguntarle a la
persona lo que quiere que la comunidad sepa, lo que quiere que sepa la familia,
reconoce y honra el lugar dentro del contexto de las relaciones en la vida de esa persona, y su lugar en la
vida de la comunidad. Si se comparte la información dentro de ese círculo, las
relaciones y los lazos definitivamente se profundizan. Comunidad se expresa, se
vive y se profundiza en esas situaciones donde la persona afectada
intencionalmente elige de compartir, con límites que la persona misma impone,
algo de su jornada. Para los miembros de la comunidad, hemos compartido una
jornada en común de alguna manera u otra, más íntimamente o no. Cuando los
conceptos de “privacidad” o “HIPAA” se invocan indebidamente, todas nosotras
sufrimos una pérdida.
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