Wednesday, June 7, 2017

“La vida es más que actividades. Es participación.”

Publicado: 9 de noviembre 2014
©Imelda Maurer, cdp     ilmcdp@yahoo.com

En la cita del libro de Gawande, SER MORTAL, que publiqué la semana pasada, incluí el siguiente párrafo. Gawande aborda simple y sucintamente dos grandes cuestiones: el propósito y el significado de la vida posterior y las “actividades” que se practican en la mayoría de las residencias de ancianos , incluso a fecha de hoy.
“Ella sentía que todavía quedaba tanto por hacer en su vida. ‘Quiero ser útil, desempeñar un papel,’ dijo. Ella hacía sus propias joyas, hacía trabajo voluntario en la biblioteca. Ahora sus actividades principales eran jugar al bingo, ver películas DVD y otras formas pasivas de entretenimiento en grupo. Las cosas que ella extrañaba más, me dijo, eran sus amistades, su privacidad y un propósito en sus días. Las residencias de ancianos han progresado mucho desde los días cuando eran almacenes de negligencia. Pero parece que hemos sucumbido a la creencia que se pierde la independencia física, que una vida digna y libre no es simplemente posible.”
El reto se presenta: cómo transformamos el aspecto de la cultura en las residencias de ancianos que define las “actividades” ser realmente actividades principalmente genéricas (el bingo o las películas DVD), que no están relacionadas con intereses personales y son “formas pasivas de entretenimiento en grupo.” Carter Williams, trabajadora social, defensora y activista, mencionó en su discurso convocatorio a la Conferencia de Pioneros de la Red en 2013 que “la vida es más que actividades. Es participación.”
Hace unos años, yo visité Perham Living, una residencia de ancianos en Perham, MN, una visita in situ durante la Conferencia de Pioneros de la Red. Un recuerdo extraordinario de esa visita hace unos siete años es de una mujer que cultivaba violetas africanas en su cuarto. Era algo que hacía desde años. Había numerosas de esas plantas bellas. Nos dijeron que los trabajadores habían instalado un hondo estante de madera cerca de la ventana, como ella les había pedido. Este hecho permitió que esta mujer participara en la vida, de seguir rutinas familiares las cuales eran significativas y placenteras. Esta mujer que crecía y cuidaba las violetas en esta época estaba a los finales de sus noventa años.
Hay amplitud y profundidad de implicaciones y consecuencias al pasar de las actividades a la participación. Las Regulaciones Federales llamadas las Normas Mínimas (sí, mínimas) exigen que las residencias de ancianos aprendan cuáles son los intereses específicos que tiene cada residente y que desarrollen “actividades” alrededor de esos intereses. La trágica realidad es que aun con estas normas en vigor, los inspectores por lo general ignoran el espíritu y el sentido de las normas mínimas en cuanto las “Actividades.”
Hay, por supuesto, las implicaciones del costo y de los resultados para la transformación de actividades que son genéricas y/o formas pasivas de entretenimiento en grupo. En el caso de la mujer con sus violetas, las investigaciones demuestran que dicha participación mejora la salud mental y emocional. El sentido del bienestar puede aumentar el sistema inmunológico de la persona, en contraste a un estado de depresión, aislamiento y soledad los cuales son demasiado comunes en muchas residencias de ancianos. En teoría, entonces, esta mujer que cultivaba sus violetas africanas era menos propensa de contraer enfermedades que no se pueden combatir teniendo un sistema inmunológico debilitado. También, ella pudo evitar las recetas médicas indiciosas de antidepresivos. En todo esto, ningún artículo costoso ha sido observado, solamente la evitación de medicamentos caros acompañada con una calidad de vida disminuida.
¿El costo para la residencia de ancianos por esta intervención, esta calidad de vida que facilita propósito y sentido? La tabla que sostiene las plantas. Y, posiblemente, una hora de mano de obra del empleado del departamento de mantenimiento.

¿Qué pasaría si los intereses, las rutinas y las preferencias se supieran, se supieran verdaderamente por el personal de cada uno de los residentes que viven en comunidad de Vida Asistida o en comunidad de residencia de ancianos? ¿Habría participación? ¿Nos daríamos cuenta que la palabra “Actividades” no describe a lo que está ocurriendo cuando los residentes participan? Yo creo que sí. Avanzamos a esa realidad cuando describimos a la persona responsable para esta participación como el Director de Enriquecimiento Vital y no como el Director de Actividades.

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